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ÚLTIMOS DIAS ANTES DE UNA NOTICIA CLAVE ..
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Jmm L2
2013-06-16 15:03:39 UTC
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Domingo 16 de junio de 2013
Últimos días antes de una noticia clave.
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Por Joaquín Morales Solá 
LA NACION
~~~~~~``
Cristina Kirchner, Daniel Scioli, Francisco de Narváez y hasta el
propio Mauricio Macri están pendientes de una decision que no es de
ninguno de ellos. Es de Sergio Massa, que anunciará en los próximos
días su candidatura a diputado nacional. ésa es la noticia que
pronostican, con inédita seguridad, intendentes y empresarios que se
han visto con Massa en las últimas horas.
Convertido en un aparente anacoreta político, encerrado en su despacho
municipal de Tigre, Massa está digitando una parte crucial del
entramado electoral. Es un falso solitario, porque habla por telrfono o
personalmente con casi todos los eventuales protagonistas de las
próximas elecciones.
Un anillo de malas condiciones rodea a la Presidenta. Massa podría
condenarla a una fea derrota en su distrito, la provincia de Buenos
Aires, segín todas las mediciones actuales. La tragedia de Castelar
ajustó aín más aquel círculo ya adverso para Cristina. La dejó
sin su mejor candidato en la provincia, Florencio Randazzo, y, encima,
colocó otro desastre con muertos sobre la conciencia política de su
administración. Dentro de los próximos tres días conocerá una
nueva derrota: seguramente la Corte Suprema declarará inconstitucional
la parte más significativa de su reforma judicial, que deposita al
Consejo de la Magistratura en manos de la cambiante política.
La Corte se cerró a cal y canto. Ni los jueces ni sus colaboradores
hablan con nadie. ¿Por qué entonces aquella predicción? Es la
conclusión obvia si se siguen la historia, las sentencias y las
expresiones de los máximos jueces. Son naturalmente contrarios a una
Justicia manipulada por las mayorías fortuitas de la política. Ni
siquiera el más cercano al gobierno, Eugenio Zaffaroni, podría
desdecirse de sus opiniones en ese sentido, explayadas sobre todo cuando
fue constituyente en 1994.
Ninguno de ellos podría sentir, además, sensaciones muy distintas de
las que experimentó la jueza electoral María Servini de Cubría. La
magistrada les confesó a sus colaboradores que debió resolver la
causa más difícil y compleja que le tocó en su larga carrera
judicial. Sin embargo, dictó la inconstitucionalidad de la elección
popular y partidaria de los miembros del Consejo de la Magistratura. Los
jueces de la Corte (o algunos de ellos) podrían estar viviendo
momentos muy parecidos a los de Servini de Cubría.
La jueza subrayó la verdad más obvia de la reforma cristinista.
Significa la desnaturalización lisa y llana del espíritu y la letra
que creó el Consejo de la Magistratura, imaginado en la Constitución
de 1994 como un instrumento para arrancarle a la arbitrariedad de la
política la designación de los jueces. El Consejo nunca fue, es
cierto, impermeable a las influencias políticas. Pero la actual
reforma colocaría a los jueces en peor situación de la que estaban
antes de la creación del Consejo, cuando el nombramiento de los
magistrados dependía de propuestas del Poder Ejecutivo y de acuerdos
senatoriales.
Es extraño que el kirchnerismo haya propiciado una reforma, que
directamente coloca en el presidente ganador el poder total sobre la
Justicia, cuando le quedan sólo dos años de vida constitucional.
Algunos jueces averiguaron sobre esa extrañeza. La respuesta fue
típica del cristinismo: Nunca le dejaremos esta ley a otro gobierno.
La cambiaremos antes de irnos, adelantaron sus funcionarios, campantes.
Si todo sucede como es previsible (y la Corte lo es), Cristina se
enfrentará a otro fracaso político. Libra una batalla a la que no
estaba obligada. Dicen que la estimuló la decisión política de
salir airosa con la ley de medios y desguazar al Grupo Clarín. Esa es,
sin embargo, una de las pocas causas que no necesita de esta reforma. La
Cámara Civil y Comercial, que escribió la última sentencia
existente, le dio gran parte de la razón a Clarín. El multimedios no
precisa ahora, por lo tanto, de cautelares. La instancia en la que
ingresó, la Corte Suprema, es la íltima y definitiva. Lo que salga
de allí simplemente deberá cumplirse. No habrá lugar para nuevas
apelaciones o cautelares. Es la venganza por la derrota del 7-D. No hay
otra explicación, se dijo cerca de la propia presidenta.
Si Massa armara en Buenos Aires un mosaico distinto del cristinismo, la
suerte electoral de Cristina podría inscribirse en un contexto general
de declinación política de su gobierno. Es cierto que Massa no es
un enemigo declarado de la Presidenta. No quiere serlo, al menos. Su
eventual discurso (se sabe muy poco de sus ideas) será más bien de
prudente diferenciación, en el que cabrían desde algunos opositores
hasta varios kirchneristas moderados. Planteará disidencias con el
cristinismo, pero también rescatará varias politicas de los
últimos diez años. ¿Suficiente para un oficialismo de fanáticos?
No. Es probable que, a pesar de todo, lo consideren un enemigo frontal e
insalvable.
Desde el costado opuesto, Macri y De Narváez esperan trabar algín
acuerdo con el intendente de Tigre. Macri habló por teléfono varias
veces con él en los últimos días. De Narváez le manda
mensajeros a Massa y los mensajeros vuelven con respuestas imprecisas.
De Narváez no quiere enfrentar a Massa y encontrarse con la
derrota.
La discordia de los últimos días entre Macri y De Narváez
sólo puede explicarse en que los dos confían en otra alianza, más
importante que la que ellos podrían protagonizar. Más vale ignorar
los entretelones de esas negociaciones, porque sólo profundizarian
la decepción de la política. Teatrales apariciones de De
Narváez, sin cita y sin agenda, pero con periodistas, en el
despacho de Macri. Viajes relámpago de José Manuel de la Sota para
ponerlos de acuerdo. El gobernador establecio las bases de un pacto,
pero luego los seguidores de De Narváez lo desconocieron. éstos
dicen que Macri pedía demasiado, pero Macri lo niega. Jesés
Cariglino, intendente de Malvinas Argentinas, un aliado de Macri que
pegó el portazo y se fue con Massa, asegura que lo hartó el maltrato
de De Narváez. Las condiciones eran inaceptables, pero el trato era
más inaceptable aún, aseguró. Me quedó con Cristina si hay que
aceptar la extorsión, dijo.
Un aspecto fundamental del problema es la desconfianza entre ellos
cuando piensan en un futuro compartido. No existe un futuro compartido
entre Macri y De Narváez. Macri viene diciendo que cualquier
alianza suya debería contener la garantía de que los socios
llegarán juntos a las elecciones presidenciales de 2015. Y su alianza
con De Narváez será siempre precaria. Algo se ha roto entre ellos
definitivamente.
Es cierto también que Macri está en visceral desacuerdo con una
alianza nacional con el peronismo que expresan De la Sota y De
Narváez. De la Sota jugará siempre a sacarle la estructura peronista
a Cristina Kirchner. Macri no quiere participar de esos trajines
peronistas. Y De Narváez ayudará a cualquier candidatura
presidencial, menos a la de Macri. Ayudará, sobre todo, a la de
Scioli. Macri está dispuesto a enfrentar a De Narváez en la
provincia de Buenos Aires, pero lo pensaría dos veces si el adversario
fuera Massa. El intendente podría vaciar de votantes a los que, de
algún modo, comparten un mismo espacio. Pero Massa no le dice que no a
nadie. Por ahora. El tiempo que le queda para empezar a desbrozar entre
aliados y adversarios es de apenas cinco días.
Massa habló, incluso, con el intendente de Almirante Brown, Darío
Giustozzi, un kirchnerista que practicó últimamente algunos tibios
gestos de diferenciación con el gobierno nacional, para presentar una
lista diferente de la kirchnerista en una interna dentro del Frente para
la Victoria. Esa lista no la encabezaría Massa. Puede ser ya una
estrategia superada por el tiempo.
Massa se ha quedado casi sin margen para dar un paso atrás. Llevó
las expectativas tan lejos que su autoexclusión en las próximas
elecciones podría costarle un serio desgaste político, más que
electoral. El pensamiento de la sociedad pasa por orillas ajenas a las
del micromundo político. Pero, ¿qué le diría Massa al enorme
universo de políticos, sindicalistas y empresarios a los que les
prometió su participación en los comicios de este año?
¿Volverían ellos a confiar en su palabra? ¿Qué harían los
intendentes que confiaron en él para resguardarse de la guadaña
cristinista? ¿Acaso no se irían en el acto a buscar la sombra de
Scioli?
Scioli deberá lanzarse al terreno electoral si Massa proporciona la
noticia que la política espera. Una candidatura victoriosa de Massa
marcaría el fin de la carrera presidencial del gobernador. Pero,
¿cómo haría Scioli para participar en elecciones de las que es
ajeno? Hasta ahora, el gobernador conserva un discurso de adhesión al
cristinismo, mientras negocia una alianza relativamente secreta con el
adversario del cristinismo, De Narváez. Al lado del gobernador, dicen
que se vio obligado a esa maniobra dicotómica y peligrosa porque los
cristinistas expulsaron al sciolismo de las listas de candidatos
bonaerenses.
Cristina ha roto con Scioli. Las rupturas presidenciales son
definitivas, sobre todo cuando están espoleadas por la desconfianza
personal, política e ideológica. Es improbable, por lo tanto, que el
gobernador se coloque al lado de los que quieren su muerte política.
También es cierto que ya no tiene alternativas ni tiempo para
encontrar otras pertenencias electorales.
El único consuelo que tiene es que su auténtica adversaria, la
Presidenta, está peor que él. Una derrota en Buenos Aires sería el
fin de la saga kichnerista. Un final huérfano de herederos, de amigos
y de aliados..
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